El Café de Macondo acogió este sábado el primer MUSOC Pensamiento Crítico de 2022, un espacio de encuentro online en el que la conciliación y la dignidad vencieron al odio y el miedo. Celebramos los 10 años del fin de la banda terrorista ETA acercándonos a través de la energía cívica de las personas que vivieron y viven en sus propias carnes una situación que las convirtió durante mucho tiempo en auténticas resilientes políticas y vitales.
Para ello, contamos con la participación de Sara Buesa, hija de Fernando Buesa, asesinado por ETA en el año 2000; Naiara Zamarreño, hija de Manuel Zamarreño, concejal del PP en Rentería asesinado por ETA en el año 1998; y Manuel Vizcay, detenido junto a Mikel Zabalza el 26 de noviembre de 1985 y maltratado en el cuartel de Intxaurrondo. Moderó el coloquio Joseba Eceolaza, escritor.
En el caso de Sara y Naiara, el relato de los días que asesinaron a sus padres después de toda una vida condicionada por la amenaza, encogió nuestras gargantas. Pero también “la socialización del sufrimiento” como estrategia de ETA que continuó durante muchos, demasiados años más, protegida bajo “la épica de la violencia”.
Manuel recordó los días de detención en el cuartel de Intxaurrondo como sospechoso de pertenecer a ETA, puesto en libertad sin cargos poco después. Días sin dormir y sin saber el paradero de su primo Mikel Zabalza, joven de Orbaitzeta que murió en el cuartel de Intxaurrondo tras ser torturado.
Un ejercicio de memoria imprescindible que recorre las escuelas de Euskadi con testimonios llenos de verdad para transmitir a las nuevas generaciones que la violencia vivida no se repita, aumente la conciencia crítica del pasado y la defensa irrenunciable a los derechos humanos.
Terminamos esta crónica con unas palabras de Joseba Eceolaza que compartimos en toda su extensión: “tan importante como el relato es la verdad, porque para mantener el silencio y el odio hicieron falta muchas mentiras. La memoria de lo que ha provocado el terrorismo en nuestras vidas supone un recordatorio de lo que nunca debiera suceder, por eso exige un aprendizaje continuo, una visibilidad permanente. No es que lo hagamos una vez y ya. Exige tenerlo presente porque de alguna manera ese recuerdo es un antídoto frente al culto a la violencia. Recordar no es solo un acto simbólico. Recordar es también resistir ante unas ideas autoritarias por las que se asesinó en nuestro nombre”