Se nos quedó pequeño el salón de actos de la Escuela de Comercio. Lleno absoluto y cierre de puertas cuando aún quedaba gente por entrar. Y no es de extrañar, porque la película que nos ofreció MUSOC nos acercaba a una realidad que apela directamente a la memoria histórica de Xixón. Del puerto del Musel salieron en 1937 más de un millar de niños y niñas, que partieron huyendo de la guerra. Cuentan que gritaban “agarraos, no soltaos” cuando los despedían en el puerto.
Araceli era una de estas niñas de Xixón, que, con Julia, de Madrid, Alicia, de Barakaldo, y Tere, de Donosti, nos cuenta cómo fue esa vida de española en Rusia y rusa en España.
La Unión Soviética acogió a unos tres mil niños y niñas españoles que se fueron con la idea de volver en unos meses y que terminaron por convertirse en años.
Matrioskas, la ópera prima de la navarra Helena Bengoetxea, nos acerca a la vida de estas cuatro mujeres que van desgranando sus recuerdos alrededor de un objeto común a todas, unas muñecas rusas como símbolo de unas vidas dentro de otras vidas. La tristeza de haber vivido separadas de sus seres queridos, de sus orígenes, y a la vez el convencimiento de haber vivido una vida mejor que si se hubieran quedado en España. La frase de Araceli “éramos huérfanos con los padres vivos” denota esa pena de la separación, pero en todo momento transmiten un enorme agradecimiento a un país que les acogió y les cuidó. Eso sí “no permitieron que se nos olvidase que éramos españoles” comenta Teresa.
Dos vidas, una española y otra rusa, que se abrió a una nueva en Cuba tras la segunda Guerra Mundial. Tras vivir dos guerras se fueron a apoyar la revolución. Alicia lo comenta como una deuda moral “si muchos cubanos fueron a luchar a España para ayudarnos, ¿cómo no iba a venir yo?”. Así, Cuba pudo aprovechar a grandes profesionales formadas en la URSS que, además, conocían el idioma. Alicia tuvo un gran papel como especialista en tuberculosis infantil, “si me hubiera quedado en España, no habría llegado a lo que llegué”
En la sala había una nutrida representación de la asociación “Niños de Rusia”. Su voz, Amor de la Fuente, aportó su testimonio: “Nadie pensaba cuando embarcaron que tardarían tanto en volver. De haberlo sabido muchas madres, probablemente, no les habrían dejado ir.” Sus padres se fueron con doce años con la idea del regreso muy clara. Aquí había una situación muy complicada, estaba Franco, pero también su familia y sus orígenes.
Nadie pensaba cuando embarcaron que tardarían tanto en volver. De haberlo sabido muchas madres, probablemente, no les habrían dejado ir.
El coloquio posterior fue dinamizado por Irene Faza, del colectivo Les Ablanes, una asociación cultural, que entre otras cosas trabajan por la recuperación de la memoria histórica. De su mano, Helena Bengoetxea nos contó el proceso de realización de la película. Su plan se vio trastocado por la pandemia y no pudo abordar todo lo que quería. Le gustaría completarlo con una segunda parte pensando en los niños de la guerra que se quedaron en Rusia.
Al finalizar, estalló la emoción contenida cuando varias mujeres se levantaron portando fotos de sus familiares, niños de la guerra a los que fueron nombrando y dando testimonio de una vida marcada.
Entrevista Helena Bengoetxea
Aquí puedes escuchar la entrevista con la directora, Helena Bengoetxea:












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