Ayer colgamos en el Centro Niemeyer de Avilés el cartel de “Aforo completo” en una de las películas que más expectación despertaba de MUSOC 2022, El amor en su lugar, de Rodrigo Cortés. Enero de 1942: en el gueto de Varsovia, considerado la mayor cárcel urbana de la historia, una población de unos 400.000 judíos viven confinados por los nazis padeciendo hambre, frío, y enfermedades de todo tipo. Dentro del muro, sus habitantes luchan por sobrevivir y encontrar sentido a sus vidas. Una de las intrahistorias del gueto nos remite a la representación por parte de un grupo de actores y actrices de la obra teatral Miłość szuka mieszkania (El amor busca apartamento) una comedia musical que busca la evasión del horror. De cara al público, las risas y los aplausos; tras las bambalinas, los intérpretes se enfrentan a una encrucijada que puede cambiar sus vidas después de la función. Como telón de fondo, el amor, el eterno dilema entre amar y ser amado, el pensar en la otra persona antes que en uno mismo. Y el teatro, claro, como herramienta de sanación y vía de escape.
Nos acompañaron en la presentación de esta película Ana Pérez de Amézaga y Manu Lobo, profesores de la Escuela Superior de Arte Dramático de Asturias (ESAD). Así conocimos el proyecto Confluencias, programa que a través de varias líneas de acción busca la aplicación de técnicas teatrales adaptadas a la realidad de diversos colectivos vulnerables (personas con deterioro cognitivo, Alzheimer, necesidades especiales, o dependencias), niños y niñas en riesgo de exclusión social o pacientes de cáncer, entre otros. Una vez más, el teatro en tiempo real, sin red, como arte, sí, pero también como herramienta sanadora y de liberación, para romper los muros que nos paralizan.
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