Gilda Love fue uno de los transformistas más relevantes en los años 70 y 80, pero en la actualidad subsiste con una mísera pensión mientras intenta seguir actuando en los escenarios del barrio chino de Barcelona. A través de su mirada asistimos a miedos universales como la soledad o el envejecimiento… a esa necesidad de sentirse aún con las fuerzas suficientes para poder vivir con dignidad a pesar de las condiciones de precariedad que le acompañan, como a muchas otras personas, en el día a día.
Cuando a su casa llega inesperadamente una niña de 4 años llamada Chloe, asistimos a momentos llenos de naturalidad en una relación que tiene los días contados pero que le permite a Gilda sentirse aún más viva todavía.
Cantando en las azoteas dejó al numeroso público que asistió a la proyección con un sabor agridulce. Porque si bien por un lado nos acerca la vitalidad de una persona llena de recuerdos y deseos a sus 97 años de edad, por otro, la cámara nos traslada esa sensación de abandono de las personas mayores y, más aún, a quienes pertenecen al colectivo LGBTIQ+.
Gilda Love fue uno de los transformistas más relevantes en los años 70 y 80, pero en la actualidad subsiste con una mísera pensión mientras intenta seguir actuando en los escenarios de un barrio intercultural como El Raval en Barcelona
En el diálogo visible posterior se rindió un merecido homenaje a Rambal, un homosexual con orgullo, vecino del barrio de Cimavilla de Xixón que actuaba por las noches como travesti en las calles y locales de la zona y que fue asesinado un 19 de abril de 1976, cinco meses después de la muerte del dictador Franco.
Miguel Barrero, autor del libro La tinta del calamar. Tragedia y mito de Rambal hizo hincapié en que las vidas de Rambal y Gilda no tuvieron nada que ver porque Rambal desarrollaba su vocación artística de forma vecinal, mientras que Gilda pudo profesionalizarse y actuar en locales de su ciudad.
Enric Ribes director y amigo del protagonista de la película, nos contó que todos los elementos reflejados en el documental son reales: la cercanía con sus vecinas, las relaciones con la gente del barrio… Tan solo fue necesario recrear el piso que se utilizó para el rodaje.
Un bello relato audiovisual con una espléndida banda sonora, un guion exquisito, una cuidada iluminación y un acertado lenguaje fílmico, que lo convierten en uno de los documentales más cautivadores de todo 2022.
Y como pieza final, las últimas estrofas de la Canción del mariquita de Federico García Lorca: El mariquita se peina en su peinador de seda / Los vecinos se sonríen en sus ventanas postreras / El mariquita organiza los bucles de su cabeza / Por los patios gritan loros, surtidores y planetas / El mariquita se adorna con un jazmín sinvergüenza / La tarde se pone extraña de peines y enredaderas / El escándalo temblaba rayado como una cebra / ¡Los mariquitas del Sur, cantan en las azoteas!












Colaboran

