Última película en La Felguera del periplo que ha hecho MUSOC durante el mes de enero por cines y espacios colaboradores de toda Asturies. Y última también antes de su despedida en el Teatro de la Laboral de Xixón, en una sesión final muy especial, que tendrá como protagonista la música y la vida de José Antonio Labordeta. Especial también fue el agradecimiento de nuestras últimas madrinas, el colectivo sociocultural Les Filanderes, que destacaron la labor de la muestra para llevar cine comprometido y de denuncia por todo el territorio asturiano.
Y antes de la traca final en forma de doble sesión, con concierto más proyección documental, el numeroso público que se cobijó de la lluvia en el Nuevo Teatro de La Felguera también pudo bailar en su butaca al ritmo de Sonne, el último trabajo de Kurdwin Ayub. La directora kurdo-austriaca que a pesar de su juventud ya presenta un amplio bagaje en el terreno audiovisual, nos trae con Sonne un relato que enfrenta tradición y modernidad, con la feminidad más reivindicativa como protagonista.
Solo es un baile, no pasa nada.
Cuando Yesmin y sus dos amigas hacen arder las redes con su particular versión del “Losing my religion” de R.E.M. la vida de estas adolescentes cambia por completo, en especial la de nuestra protagonista, que origina en casa un enfrentamiento entre su madre, con un pensamiento muy tradicional, y su padre, en el que Yesmin encuentra no solo a un aliado sino también a un representante de los bolos que les van surgiendo a las adolescentes. -Solo es un baile, no pasa nada-, le dice a su mujer. Madre y padre forman una dupla muy especial y además son los padres reales de Kurdwin, la directora de la película, de ahí quizás esa buena sintonía en la disputa.
Con todos estos condicionantes Yesmin se ve enfrentada a sus creencias, a la fama inesperada y a una avalancha de comentarios, de los que es difícil abstraerse en estos tiempos de redes sociales, más si cabe cuando la identidad musulmana también está en liza. No tiene miedo Kurdwin en meter el dedo en esa llaga, avalada además en la producción por Ulrich Seidl, que visitó hace poco el Festival Internacional de Cine de Xixón, un director con las espaldas bien anchas para aguantar las críticas y con los argumentos suficientes para contradecirlas.
Un cierre de altura en La Felguera, para un público fiel al que no se puede más que agradecer esa fidelidad, con más títulos e igual de interesantes para el año que viene, algo que se remarcó también en el inicio de la sesión. Nos vemos en 2024 con más cine social, puxa Llangréu.























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